El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (fallecimiento, ruptura sentimental, pérdida de empleo, entre otras). Es algo por lo que todas las personas pasamos a lo largo de nuestra vida en diversas ocasiones y es natural, aunque también doloroso emocionalmente.
El proceso de duelo tiene la función de “reordenar” dentro de nosotros lo que la pérdida ha dejado “desordenado y caótico”. Durante el duelo se experimentan muchos síntomas distintos: cognitivos (problemas de concentración, pensamientos negativos, atención centrada en los aspectos relacionados con la pérdida, pensamientos recurrentes sobre la persona que ya no está…), emocionales (tristeza, rabia, añoranza, culpa…), fisiológicos (dolores físicos, malestar general, presión en el pecho…), comportamentales (evitar situaciones, lugares u objetos que recuerdan a esa persona, dificultad para separarse de las cosas que se relacionan con la persona añorada, aislamiento social…) y espirituales (pérdida de sentido de la propia vida, vacío existencial…). El duelo aparece para fomentar que, poco a poco, se vaya asimilando la pérdida y se realicen los pasos emocionales necesarios para volver a estar mejor.
Como en tantas otras áreas de la psicología, si estás pasando un duelo por el que necesitas apoyo, es muy importante que busques a un/a especialista en el tema, ya que el duelo es un etapa de intensa vulnerabilidad personal y es necesario que tu terapeuta conozca ampliamente las diferentes estrategias terapéuticas, a la vez que siga el ritmo al que puedas ir progresando, porque no todas las personas tienen el mismo.